miércoles, 13 de mayo de 2009

Beijing. Palacio de Verano y tren

Pues no. No estamos en el tren, tras una durísima carrera por los pasillos de la estación más grande del mundo hemos perdido nuestro tren. Así pues, la salida de Beijing será esta noche (si los hados no nos lo impiden).
No hemos perdido los nervios, no del todo, aún conservamos un poco de buen humor. Y me queda tiempo para anotar las cosas que hicimos ayer.







Dedicamos la mañana a callejear por una zona de tiendas antiguas y he comprado unas pinturas en una escuela. Me encantó el barrio de los anticuarios, las viejas casas, lo que de ellas se ve, de época Ming les dicen, y lo que se puede imaginar. “DATSALAN” se llama, o cosa por el estilo.
Poco se conserva de la arquitectura tradicional china, construida sobre todo en madera, aquí resiste una pequeña muestra que supongo pronto será absorbida por los grandes edificios comerciales.

Comimos allí mismo y una chinita encantadora nos dio una conversación de sobremesa que es la más interesante conversación hasta ahora. Hablamos de la organización de los barrios, de las escuelas, de la sanidad, muchas cosas para el poco chino que sabemos, pero es que el idioma de los gestos es universal, aunque aquí falla un poco a la hora de gesticular los números, en eso también son originales.



Desde el barrio de los anticuarios y tras una visita al sesuó (lavabo) colectivo más alucinante que espero ver jamás, salimos a pasear por el PALACIO DE VERANO que, como todo aquí, estaba a rebosar de gente.


Eso sí, allí encontramos a un estudiante que sabía un poco de inglés y se conversó con él (horror) ni más ni menos que de fútbol. Y, claro, después de semejante día, el ir por la noche a visualizar con nuestros ojitos qué cosa es éso de la ópera de Pekín... no pudo ser, los colegas estaban agotados.

Por el momento y a la espera de un nuevo billete de tren, nos hemos instalado en el hall de un hotel carísimo.

Desde aquí escribo las postales para mandar a los amigos, copio en ellas un poema en chino, de Li-Pai. El botones se me acerca y se pone a leer, se queda embobado y me da conversación pero… mi capacidad para reproducir los signos no es equivalente a la capacidad para pronunciarlos o entenderlos.

Parece mentira pero nos hemos retrasado tanto que nuestro plan no ha funcionado a pesar de que no hubo ningún problema para comprar el billete. Puede que así debiera ser. Realmente no me ha producido ningún disgusto (como no sea el haber perdido mi hermoso sombrero en la carrera).

En la estación de tren más grande del mundo, mientras tratábamos de comprar otro billete se me acercó una niñita sin brazo que pedía limosna, con una cancioncilla que sonaba algo así como “calam-calam-calamba”. Era preciosa y muy risueña. Quise preguntarle su nombre pero cuando saqué mis apuntes, se puso a leer los signos que entendía... mis signos en chino... como si estuviese en la escuela. Le di 5 yuanes y me dio cuatro besos.

Mendigaba, su padre se escondía detrás de unas columnas y rápidamente le quitó el dinero y la mandó a pedir más. Apenas se ven mendigos por aquí pero también los hay, como en todo el mundo y esta inmensa estación, con tantos miles de gente, supongo que es lugar ideal para poder burlar la vigilancia de la policía.

La niñita me sigue durante todo el rato que espero guardando las mochilas, ¿qué cosas rondarán su cabecita? ¿Que recordarán sus ojos?

Vuelven los compañeros, han conseguido nuevo billete y esta noche la pasaremos en el tren con destino a Luouang.

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