La pongo de lejos, para que no se vea la guarrería, pero... es que no tengo una mesa, tengo las tres que se ven ahí y otras tres detrás, por esas cosas raras de la vida.
El lugar desde que el que escribo, cuando no lo hago en el cuaderno (abajo hay otras... no sé cuantas) era en sus tiempos un "andar"(andana en valencià), utilizado para cultivar la seda. En la rehabilitación del caserón pusimos en él la biblioteca, abrimos nuevos balcones y le dimos salida a la plaza y la terraza, nada más que ochenta metros tiene, así que ¿qué hay en ella? Quien quiera que venga y busque, hasta colecciones de cromos antiguas hay, porque antes que yo, vivió aquí un pintor que era el que hacía los dibujos para los álbumes "Maga", libros, cachivaches… “titos” decía alguien muy querido.
¡Esto es un museo! dicen las amigas. Esto es un matapersonas, digo yo, pero en casi siete años de vivir aquí sola, me he convertido en una especie de "solterón perfecto", todo manga por hombro y bien revuelto, con tanta mesa puedo dejar papeles, apuntes y vajilla...desperdigado por encima y aún así... para encontrar el móvil, tengo que llamarme desde el fijo.
Lo siento, chicas, pero es a lo que llego, así y todo creo que da una idea ¿no? Vale, una de un poco más cerca, ahora recojo las tazas del desayuno y que conste que el whisky es para la noche...
Y, algo que nunca falta a mi lado: Nel, que se asoma para saludar.
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