Me senté a escribir, por regalarme un rato de placer, pero no me apetecía relatar la visita a algún lugar, tampoco el contar vida y magia o miseria (según se mire) del discurrir cotidiano.
Mujer afortunada o experta en buscarse la fortuna... que fui yo quien dio el primer pellizco, consigo que del otro lado del océano me inspiren, me llenen el día de ayer, el día de hoy y seguro, también, el de mañana. Me lo han llenado de músicas y de poemas, he llorado al volver a escuchar esa vieja cinta en la que tengo grabado "Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta".
El sugerente e impúdico Belmar me seduce a repensar en otro tipo de viajes, viajes interiores, viajes de la conciencia.
Que "me entregaron una pala" me canta Víctor Jara y oigo a través de la distancia una voz que me susurra que lo importante, lo realmente importante es... apenas nada.
Largo, larguísimo viaje interior.... "mal haya la vida pura que he tenido que llevar" pero también que... "la alegría de sembrar no te la pueden quitar".
Y se me calienta el corazón al recordar, pues el maravilloso viaje de la conciencia no es un viaje solitario, me acompañaron amigos, enemigos, amores de los que casi matan, amores que se murieron. Me acompañaron canciones y cantores, poemas y poetas, novelas, cine, pinturas. Y me acompañaron a mí, que nací en medio del barro, como Herminda, pero que tuve la suerte de que no me mataran. Que vi. la luz primera en las frías tierras mineras del norte.
Respiro y siento, me intuyo también un tanto infiel al cantor que me sugirió el mito que me ha acompañado en mi nadear por la vida.
Porque yo respiro, Víctor, respiro, siento, aún amo hoy y amaré mañana y en mi patio un pimiento rojo sigue floreciendo año tras año.
Porque yo respiro, Víctor, respiro, siento, aún amo hoy y amaré mañana y en mi patio un pimiento rojo sigue floreciendo año tras año.
Me quedabas lejos, lejos en la distancia, lejos en la edad, que eras mayor que mi padre pero sé que sin ti, sin tu canto, sin Quilapayún, sin Intilimani, yo no habría podido hacer viajar a mi conciencia, mi pensamiento, mi corazón, tan lejos como lo he hecho. Sin vosotros hubiera sido mucho más difícil salir de la miseria y el analfabetismo emocional que traen consigo el hambre y el miedo.
Que también os debo a vosotros que mi mito romántico no se haya construido sobre los príncipes azules de los cuentos de hadas sino sobre los hombres cantores que nos dejaron su canto con intención de tornar un gramo de miseria en un gramo de justicia, de amor. Químicos maravillosos, que lo conseguisteis hacer en algunos corazones.
Y gracias a ti también, Belmar, por haberme sugerido una mirada hacia adentro, con tus maldiciones. Cambian los tiempos pero aún sigue habiendo gente consciente de ser esa mezcla de ángel y bestia.